La nebulosa del reuma

La nebulosa del reuma

Jordi Jarque, La Vanguardia

Bajo este término hay más de doscientas enfermedades cuyo nexo común es el dolor en el aparato locomotor. Puede afectar a articulaciones, ligamentos, tendones, músculos o huesos. No sólo aqueja a las personas mayores, también a los más pequeños

No hay concepto más esquivo que el de reuma. Muchas personas dicen que tienen reuma, tantas como una de cada cuatro mayores de 20 años, al menos en España. Pero los expertos aseguran que no es exactamente así porque el reuma no es ninguna enfermedad, no existe como tal. “Cuando vienen a la consulta y dicen que tienen reuma, lo podríamos traducir como tener dolor. Y el dolor es un síntoma de numerosas enfermedades”, aclara Alejandro Olivé, adjunto de reumatología del hospital universitario Germans Trias i Pujol. De hecho, el dolor es el principal síntoma de las enfermedades reumáticas y es la causa más frecuente de consulta. Aunque tampoco se trata de un síntoma como el de la fiebre, sino que está asociado a un grupo de enfermedades, explica también Marta Larrosa, directora del servicio de reumatología de la corporación sanitaria Parc Taulí. Y no hay pocas enfermedades reumáticas. Los expertos hablan de más de doscientas y algunos casi doblan esta cifra.

Con tantas enfermedades, es normal encontrarse con un amplio abanico de manifestaciones diferentes bajo el mismo paraguas de la palabra reuma. “Las personas mayores siempre han dicho que tienen reuma. ¿A qué se refieren? Son los dolores que tienen en el aparato locomotor, es decir, los huesos, las articulaciones, los músculos, los tendones, los ligamentos, sea de las piernas, pies, manos o cualquier otra parte del cuerpo”, comenta Damaris Juan Sala, enfermera, vicepresidenta de la Lliga Reumatològica Catalana, quien padece espondilitis (una de las enfermedades reumáticas). Seguramente a los lectores les serán familiares enfermedades reumáticas como la artritis, la artrosis, la osteoporosis, las lumbalgias, el lupus, la fibromialgia, la gota… Pero hay otras menos conocidas como el síndrome de Sjörgren o la esclerosis sistémica. Y para llegar a doscientas quedan unas cuantas por nombrar.

Para tener una idea de lo diferentes que pueden ser entre sí estas enfermedades se pueden comparar brevemente. La artritis, por ejemplo, es un término general que incluye todas aquellas enfermedades reumáticas en las que se produce una inflamación de las articulaciones. En la Sociedad Española de Reumatología se especifica que si la intensidad de la inflamación es alta y mantenida “podemos encontrarnos con alteraciones generales: fiebre o febrícula, cansancio y fatigabilidad fácil, pérdida del apetito y adelgazamiento. Son múltiples las causas que pueden ocasionar en una persona la presencia de artritis: infecciones, depósito de cristales, trastornos de base genética, enfermedades autoinmunes, o relacionadas con procesos tumorales, enfermedades endocrinas y trastornos del metabolismo de los lípidos”. Por otra parte, en el caso de la esclerosis sistémica, se trata de una enfermedad crónica que afecta principalmente a la piel. El nexo común de estas dos enfermedades o cualquiera de las reumáticas es el dolor asociado al aparato locomotor. Un dolor que puede ir acompañado de rigidez, inflamación y/o deformación, entre otros. El resultado es una calidad de vida que disminuye considerablemente y limita la movilidad. 

Patricia Planas, psicóloga y coordinadora de la Lliga Reumatològica Catalana, explica que las enfermedades reumáticas generalmente producen incapacidad, llegando a imposibilitar una vida normal, tanto a nivel laboral como familiar. “Si a eso se le añade que no siempre se consigue un diagnóstico rápido de la enfermedad, la sensación del paciente es que ha pasado mucho tiempo y con incertidumbre antes de saber qué tiene realmente. Por ejemplo, es fácil confundir la espondilitis con una lumbalgia, así que hasta que no se hacen pruebas específicas para saber si se padece una espondilitis, pueden pasar algunos meses. Y es primordial para dar con el tratamiento más adecuado”. De igual manera, generalmente se asocia el reuma con gente mayor. Y cada vez hay más gente joven que ya está padeciendo enfermedades reumáticas. 

Esto es lo que le pasó a Francisco J. González de Zurbano, de 78 años, que a los 20 ya sufría fuertes dolores en las extremidades inferiores. “Mi madre, que era enfermera, me decía que tenía reuma, y el médico que me atendió entonces, también. Primero me pusieron unas plantillas y a los pocos años decidieron hacerme unas radiografías. Aseguraron que tenía desgaste en los huesos, sobre todo en las rodillas, y me llenaron de pastillas contra el dolor y antiinflamatorios. Ya con 40 años, el Instituto Poal de Reumatología presentó mi caso en congresos de reumatología como ejemplo de desgaste de huesos en edad muy temprana. Y agradecí la sinceridad de uno de los reumatólogos al comentarme que las pastillas nunca me quitarían ese desgaste y que en cambio sí me dañarían los riñones. Los antiinflamatorios no curan la enfermedad. Me decía que la artrosis no me mataría pero que me fastidiaría la vida. La previsión era que a este paso acabaría en silla de ruedas a los 50 años. Como en aquel entonces empecé a tener ataques de riñón, me lo tomé en serio y empecé a indagar otras alternativas. Así que fui a parar a un médico homeópata que además practicaba acupuntura. Me cogió en el peor momento porque los ataques de riñón y de reuma eran continuos. Mi rigidez aumentaba y ya no podía ni agacharme. Eso con 40 años. El doctor José María Palomares retiró todos los calmantes y antiinflamatorios y me puso agujas de acupuntura. Afortunadamente me alivió, y después empezó a recetarme homeopatía. Me cambió la calidad de vida. Tengo 78 años y no voy en silla de ruedas. Aunque los dolores están volviendo porque el desgaste de los huesos es un hecho. Por si fuera poco, ahora también me han diagnosticado, además de la artrosis degenerativa, una artritis psoriásica. Aseguran que tanto una como otra no tienen cura, pero las infiltraciones que me hacen en las rodillas me permiten salir del paso. Espero que los recortes no me quiten lo único que me permite llevar un mínimo de calidad de vida”.

Carlos Alsina, presidente de la Societat d’Acupuntors de Catalunya y presidente de la Asociación de Acupuntores de España, explica que en la medicina china tampoco se habla de reuma, sino de síndromes reumáticos que se caracterizan según el origen del trastorno energético del cuerpo. La climatología afecta, pero también el tipo de vida desconectado de la naturaleza. Carlos Alsina explica que con la edad es normal que el aparato locomotor se vaya desgastando. “Lo que no es tan normal es que a los 20 años ya se manifiesten enfermedades reumáticas donde los brotes de dolor son bestiales”. Damaris Juan Sala asegura que el estrés tiene un papel fundamental en este tipo de enfermedades. “Por si fuera poco, la exigencia de algunas profesiones pueden desembocar en este tipo de enfermedades. El caso más evidente es el de los deportistas de élite, que sufren un importante desgaste de las articulaciones. Todos acaban con una artrosis grave. Y cuando llegan a edades avanzadas lo tienen muy mal. Es bueno hacer deporte, pero sin pasarse”. Según la Sociedad Española de Reumatología, la artrosis ya la sufre el 16% de la población en España. Y aunque la artritis afecta menos, al 0,5% de la población, los expertos explican que se trata de una de las enfermedades reumáticas más graves, junto con la espondilitis, al ser una de las más incapacitantes. Por si fuera poco, Patricia Planas explica que se están dando cuenta de que algunas enfermedades reumáticas están presentes entre los niños. “Hay lo que llamamos la artritis idiopática (de causa desconocida) juvenil que afecta a niños que sólo tienen unos pocos meses y a los jóvenes. 

Florencio Herrero, médico, miembro fundador de la Asociación de Médicos para la Medicina Antroposófica en España, también atribuye el aumento de enfermedades reumáticas al tipo de vida que se lleva sobre todo en las grandes ciudades. Este factor social se puede relacionar con “el fenómeno patológico común a todas las enfermedades reumáticas, que es la afectación del tejido conectivo, cuya función es, como su nombre indica, la de mediación entre todos los tejidos. Esta función de interrelación tiene también una afinidad con los sentimientos como mediadores entre el pensar y la voluntad. Esta relación nos permite comprender cómo ciertas experiencias y emociones traumáticas pueden imprimirse en el tejido conectivo e iniciar un proceso reumático. Las enfermedades reumáticas son más frecuentes en las mujeres. Esto se explica por su constitución anímica, inclinadas a la entrega, al sacrificio y a estar pendientes de los demás. Estas circunstancias originan con el tiempo una disminución de la autoestima y confianza en sí mismas; intranquilidad e inquietud y una cierta dureza o rigidez anímica. Posteriormente se afecta la respiración, haciéndose más superficial y tenue; la circulación, con manos y pies fríos; las funciones digestivas, con estreñimiento, y aparecen igualmente congestiones e inflamaciones locales: celulitis, sinusitis. Durante todo este desarrollo se han ido estableciendo unos patrones de movimiento repetitivos, mecánicos y competitivos. El final de todo este proceso es el dolor como señal de que así “ya no se puede seguir”.

En ese sentido, Patricia Planas comenta la importancia de que las personas que sufren enfermedades reumáticas encuentren espacios para reunirse y desarrollar actividades que al final también influyen en el ánimo. “Actualmente, en la Lliga Reumàtica hay 16 grupos de ayuda que funcionan muy bien. Están formados por personas que sufren la misma enfermedad (hay de artritis, espondilitis, fibromialgia, lupus) y se reúnen cada semana o cada quince días para compartir experiencias y encontrar herramientas con las que mejorar su calidad de vida. El hecho de poder compartir inquietudes, de encontrarse con otras personas que están pasando por lo mismo, ayuda a sentirse comprendido y menos solo. También tenemos actividades como cine-fórum, teatro, talleres de relajación, nutrición y autoestima, incluso clases de baile para enfermos reumáticos o risoterapia y musicoterapia. Y uno de nuestros últimos proyectos acoge a menores de edad. Lo más importante es intentar aliviar el dolor y que mejoren su estado de ánimo. Al menos que sientan que pueden vivir con dignidad”.

A grandes rasgos las enfermedades reumáticas se pueden dividir en tres grupos: las inflamatorias, las degenerativas y las que afectan a las partes blandas. En esta aproximación clasificatoria, a los reumatólogos les preocupa sobre todo las enfermedades que pertenecen al primer y al segundo grupo porque en términos generales son las que producen más dolor e incapacidad funcional importante, según explica Alejandro Olivé. Evidentemente, esto no significa que las que afectan a las partes blandas reciban menos atención por parte del facultativo. Todo estas enfermedades crónicas difícilmente tienen un tratamiento curativo, pero sí se pueden paliar los síntomas para que el paciente pueda mejorar su calidad de vida.

1 Artropatías inflamatorias

Afectan sobre todo a la inflamación de las articulaciones. Entre otras muchas pueden destacarse la artritis (bajo este concepto también se engloban más enfermedades específicas como la artritis reumatoide, la artritis idiopática juvenil y la artritis psoriásica), la espondilitis, la gota, el lupus y otras enfermedades del colágeno.

2 Enfermedades óseas y degenerativas

Se produce un envejecimiento de la articulación, un desgaste, como en la enfermedad de Paget, la artrosis o la osteoporosis.

3 Reumatismos de partes blandas o estructuras que rodean a una articulación o músculo

En este grupo pueden entrar las lumbalgias, hombros dolorosos, codo del tenista, síndrome de dolores difusos.

Cada una de las enfermedades reumáticas tiene sus indicaciones específicas. Aun así, los expertos señalan algunas indicaciones generales. Andrés Peña, especialista en reumatología y rehabilitación del hospital Ramón y Cajal de Madrid, ofrece algunas de ellas. Ante todo, la obesidad no es una buena aliada, así que sería necesario cuidar la alimentación. Con sobrepeso se sobrecarga especialmente la columna vertebral y los miembros inferiores. Un poco de ejercicio va bien, pero sin forzar el aparato locomotor. En ese sentido, habría que evitar las marchas innecesarias y prolongadas por terrenos irregulares, o subir y bajar escaleras innecesariamente, ya que es un ejercicio de carga, de impacto. Es bueno moverse, pero sin estresarse, sin producir estrés. Si está en un brote, disminuya la actividad, pero si no es así, puede practicar deportes como la natación, paseos o la gimnasia suave. Conservar las fuerzas organizando las tareas y evitando la fatiga. Evitar las posturas mantenidas en flexión y, por el contrario, deben tener las piernas o brazos estirados todo el tiempo que sea posible. Cambiar de posición a menudo, pues previene el acortamiento de los músculos y sus tendones. La cama debería ser alta, con colchón firme, con cierto grado de amortiguación y la almohada de altura media-baja, con la finalidad de mantener la zona cervical en el mismo plano que el resto de la columna.Es conveniente dormir boca arriba. Acostarse no menos de ocho horas al día, incluyendo una siesta. Usar zapatos con buena amortiguación de suela y de tacones. Evitar suelas finas y tacones altos.

En cuanto si va mejor el frío o el calor, el calor local sobre una zona dolorosa podrá ayudar en algunos casos a aliviar la contractura muscular, siendo especialmente útil para algunos pacientes una ducha o baño matutino con agua caliente que disminuya la rigidez matinal. Pero ante una articulación inflamada de forma aguda, puede ser útil la aplicación de frío local durante las primeras fases. Y por último, Patricia Planas, psicóloga y coordinadora de la Lliga Reumatològica Catalana, recomienda llevar a cabo ejercicios de relajación y técnicas que ayuden a reducir el nivel de tensión. “Es muy importante que el paciente aprenda a vivir la enfermedad como un reto, es decir ‘no me gusta, preferiría no tenerla… pero tengo que ver cómo puedo hacerle frente del mejor modo posible. En mi mano está vivirla mejor o peor, y puedo hacer muchas cosas que favorecerán mi estado de ánimo y el propio curso de mi enfermedad’”.

Publicat originalment en La Vanguardia el 27 de gener del 2012.